Selva
Negra, Alemania. 1 de marzo de 2013.
Príamo y
Diana se encontraban marchando con todo un contingente de tropas de la
Federación en medio del frío y la humedad de la Selva Negra escoltados por el
Señor de Galia y el Señor de Italia. Con ellos iban un comando de caballería y
tanques de asalto especiales diseñados por las fábricas de Schwarz. La
expedición fue enviada a negociar una vez más con los señores Elfos que habitan
en los bosques de Europa y se resistían a prestar colaboración a las Doce
Familias. Este era el último intento, de lo contrario ambos bandos se
encontrarían en guerra.
Montados
a caballo cruzaban el brumoso bosque, lleno de criaturas y animales salvajes
pero ninguno los notaba, tenían completo dominio sobre ellas y las tropas
marchaban imperturbables. Una tormenta amenazaba y un rayo rompió el incómodo
silencio seguido por un comentario del General Strauss:- Parece que nos estamos
acercando Monsieur De Valois, un rayo
no cae en medio de estos bosques sin motivo alguno.
Príamo
y Diana voltearon a ver a Monsieur De
Valois que sonreía maliciosamente mientras observaba el cielo y contemplaba la
brisa susurrando entre los enormes secoyas y después de entrar en un breve trance
habló con su marcado acento. –Nos estamos acercando al reino de los Elfos mon Général. Ellos sabían que veníamos
desde mucho antes que consideráramos venir por última vez, solo ellos están al
tanto de lo que va a suceder. Y les recomiendo a todos que olviden sus títulos
y quiénes son. Los Señores Elfos han visto más inviernos que todos nosotros
juntos.
Entonces
Diana y Príamo se miraron consternados, a qué clase de criaturas se iban a
enfrentar en cualquier momento si el Señor de Galia estaba demostrando aquel
nivel de humildad. Príamo se adelantó y se puso al nivel del Señor de Italia
que seguía en silencio con una sonrisa y le hizo una sola pregunta. -¿Cómo…? –Y
entonces el Señor de Italia lo interrumpió.
-No todos saben que Monsieur De Valois creció en la
profundidad de la Selva Negra. Durante décadas fue entrenado y criado como un
tributo de las Doce Familias a los Señores Elfos como muestra de nuestro
compromiso y lealtad mutua. De Valois ha visto lo suficiente en estos reinos y
ha sufrido lo suficiente como para ganarse el derecho de ser como es. No es
para menos. De nosotros es el único que tiene la confianza completa del Rey y
eso es mucho decir. –Dijo y luego con cara de suficiencia siguió por si quedaba
alguna duda al ver la admiración y la sorpresa llenando a Príamo. –Espero que
eso aplaque tu insana curiosidad joven Príamo, ser un Gran Elegido no te
salvará en el reino de los Elfos. Nadie puede con ellos.
Príamo se retiró y siguió junto a
Diana. Todos siguieron cabalgando, el eco de las botas, el rechinido de los
tanques y equipos blindados y los cascos de los caballos resonaban en lo
profundo del espeso bosque prolongándose a la distancia.
Eran
alrededor de las 5 de la tarde y la tormenta arreciaba cuando se empezó a meter
el sol y el señor De Valois detuvo la cabalgata y el sonido incesante se detuvo
en seco. Entonces el general Strauss se dirigió a él. – ¿Ocurre algo Monsieur? –Y el señor De Valois le
respondió –Estamos llegando al límite de los dominios del reino de los Elfos mon Général. Descansaremos aquí, que
desplieguen el campamento. Envíe a los mayordomos a levantar la tienda de la
Señoría.
Al
terminar bajó de su caballo y se fue a pie a partir de donde estaban haciendo
uso de la invisibilidad. El Señor de Italia, Diana y Príamo bajaron del
caballo, dejaron sus armas y ayudaron a los mayordomos con las tiendas de
campaña.
En
una hora el campamento ya estaba levantado y la luna se elevaba sobre ellos
iluminando la oscuridad acompañada de las hogueras. Aquello era algo que en
pleno siglo XXI era virtualmente imposible. Era un ejército invasor.
Después
de un rato Monsieur De Valois regresó
y entró a la tienda de la Señoría donde estaban sentados cenando cerdo y
cerveza los generales acompañados de Príamo y Diana. Al darse cuenta de la
ausencia del Señor de Italia hizo la pregunta de rigor.
-Strauss, se puede saber dónde está
Médici.
-Está en la sala de operaciones,
Monsieur. Recibió una conexión urgente de Buenos Aires y tenía que informar al
Alto Mando. La Federación se ha refugiado en la Argentina mientras Lady
Victoria solventa la situación en Caracas.
-Merd… -Dijo De Valois y salió corriendo hacia la tienda de
operaciones.
Al
llegar entró directo hacia la estancia y contempló la imagen holográfica de los
5 miembros activos de la Federación reunidos conversando con Médici-Cavalcanti
y uno de ellos se dirigió a De Valois.
-Monsieur François De Valois-Orleans –Tuvimos
que imaginar que todo esto fue su idea. Esos Elfos nos abandonaron hace mucho
tiempo. Su lealtad está con el Mal ahora.
-Estoy
consciente de ello señor Presidente pero en vista de que ninguno de ustedes ha
tenido contacto con ellos ni es miembro de las Doce Familias me tomaré la
libertad de no prestar más atención a sus órdenes en cuanto a estos Elfos se
refiere. Que tengan una feliz noche…día…lo que sea. Au revoir. –Dijo De Valois a la vez que presionaba un botón en el panel de control para cerrar la
conexión. Luego golpeó su bastón contra el piso e hizo que todo en la sala de
operaciones se apagara por completo dejando escuchar solo el ruido de las
tropas afuera. Y luego se dirigió a todos los presentes –Déjenme solo con Messere Médici-Cavalcanti.
De
inmediato todos dejaron la escena y ellos dos quedaron solos, alumbrados por
las antorchas en la sala de hologramas. Al salir el último de la tienda, De
Valois estalló en un estruendo contra Médici.
-¡¿ESTAS DEMENTE?! Es Elfes interdisent
l’utilisation de la technologie humaine dans leurs domaines, vous les appelez á
notre position, ils savent que nous sommes ici!1
-Comment osez-vous!2 –Replicó Médici –Les Elfes sais que nous
sommes ici bien avant nous pensé á venir.3
-Lairement ils savaient, idiot! Mais maintenant nous ne sommes plus une
ambassade de paix, grâce a la Fédération nouns devenons une armé d’invasion!4
Médici
quedó estupefacto antes semejante revelación que no se esperaba y sintió un
escalofrío recorrer todo su cuerpo. Gracias a su descuido ahora eran enemigos
abiertos de los Elfos, si algo sabían los Doce era que nunca tenían que violar
las leyes de esas criaturas y menos en sus dominios. De Valois tenía la mirada
desencajada y empezó a sudar frío cuando de repente sintió aquella brisa fría y
el silencio se hizo en todo el bosque, ya no escuchaban nada.
-Mierda –Dijo De Valois.
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