Análisis del libro
Mi Vida de Monja, el libro prohibido por el Papa a la luz de la sociología de
la literatura bajo los preceptos de Mijaíl Bajtín.
-“Toda novela es la representación de una
carnavalización”
Mijaíl Bajtín
Dice cierto humorista venezolano que los
libros son dadores de vida y de inmortalidad, cuando se escribe una obra
literaria, por mala o buena que sea, lo que yace o quien yace dentro de ella
cobra forma y vida propia, existe por mor de sí misma con sus propias reglas y
leyes, al terminar de escribirse estas dejan de existir, pero cuando el lector
decide iniciar la lectura estos vuelven a cobrar vida haciendo uso de su
innegable inmortalidad, cuando el lector la termina o interrumpe estos vuelven
a dormir mas siguen ahí. No importa lo que pase en el exterior ellos siguen
ahí, existiendo y esperando cobrar forma y vida de nuevo al ser leídos de nuevo
ya sea por curiosidad, ocio, morbo o por poder decir que aquello es una
porquería, no importa para lo que está escrito lo que piense quien lo lee.
Ahora
bien, partiendo de esta afirmación, que a mi parecer resulta innegable como
principio de la literatura, pasamos a describir un poco la obra que le da
título a este trabajo para luego proceder a realizar un análisis apropiado de
su naturaleza bajo los términos que nos atañen.
Mi Vida de Monja es un libro,
autoproclamado de humor y de literatura absurda por su mismo autor, el
humorista venezolano Claudio Nazoa, hijo del ilustre literato venezolano Aquiles
Nazoa. En esta obra, el autor se dedica fundamentalmente a narrar una serie de
situaciones disparatadas desde el momento en el que el héroe, al principio del
libro, toma la decisión de seguir un deseo
que había guardado durante toda su vida y que vino a poder hacerse
realidad en su vejez, este deseo no es otro ni más ni menos que convertirse en
monja. De manera que a partir del momento en el que nuestro héroe toma esta
decisión, su vida empieza a cambiar y empieza a internarse en una serie de
situaciones totalmente absurdas en conjunto con un grupo de colegas humoristas
o personajes de la farándula venezolana,
que misteriosamente al igual que el autor, que además en este caso asume el
papel del héroe de manera ficcional alejándose increíblemente de él mismo, se
han convertido en monjas y por lo tanto deciden formar un convento con todo lo
que esto implica para un grupo de hombres que han decidido irresolublemente
entregar sus vidas, ya en la vejez, al servicio de Dios.
Como
podemos ver, con solo exponer el título de la obra y la naturaleza ilógica de
la misma, fácilmente podemos dilucidar la naturaleza que inunda al texto con
respecto a la terminología o los preceptos de Mijaíl Bajtín cuando este define
lo que para él es la naturaleza de una novela: una carnavalización.
Al
introducir su obra, el autor hace una aclaración que intenta ser seria para
poder dar paso a una obra que, paradójicamente, lo es tanto como no lo es, ya
que en los términos que nos estamos refiriendo tenemos que, según Bajtín, una
carnavalización se logra a través de la parodia, y la parodia, elemento
profundamente serio para Bajtín, no es otra cosa más que el acto de
distorsionar, retorcer y desdibujar de manera burlesca y adecuada una realidad
discursiva mediante la escritura de una novela, ya que esta siempre va a ser la
parodia de una realidad por la cantidad de géneros discursivos que en ella se
cruzan al carecer de originalidad. Así las cosas, podemos dar cuenta de que
este libro posee las características esenciales formuladas por Bajtín para ser
considerada y nombrada como una novela mediante la aclaración antes mencionada
que se encuentra en el apartado Si no lee
esto no entenderá nada del cual cito el siguiente fragmento:
Es probable
que este libro sea leído no solo en Venezuela, sino también en otros países.
¡Ruego a Dios que así sea! En el primer caso, el lector se topará con
renombrados intelectuales y talentos humoristas venezolanos, interpretando
vidas que no les pertenecen, y que solo pueden ser posible en el disparatado
marco de la literatura absurda. En el segundo caso, el lector conocerá, por
medio del sentido del humor, a unos seres especiales, que admiro y aprecio. De
pronto, sin quererlo, este libro es un homenaje a ellos. (p. 13)
Al destacar esta consideración que tiene el
autor con respecto al lector, para que sea tomada en cuenta de ahora en
adelante, podemos afirmar sin lugar a dudas que esta obra posee las
características exigidas por Bajtin para ser catalogada como una novela y para
empezar nos podemos remitir al título y la portada del libro, Claudio Nazoa, un
destacado humorista venezolano, caracterizado por sus amplios conocimientos en
el humor, las letras y la cocina, escribe un libro y lo llama Mi Vida de Monja,
un lector acostumbrado al carácter de Nazoa esperaría cualquier cosa y con
razón. Con este título, el autor está claramente haciendo una expresión
totalmente burlesca del discurso religioso católico. Un hombre viejo y gordo
que decide en la cumbre de su vida dejar la vida del pecado y el derrape para
ponerse al servicio de Dios, ordenándose como monja y asumiendo las
características una sin dejar de ser quien es y ya iniciado el libro este hace
la aclaratoria:
Pues bien, no soy mujer pero he dejado
de ser hombre sin perder mi masculinidad. Tampoco soy marico ni transformista,
sería más fácil si así fuera. Soy simplemente una monja y tengo que tratar de
pasar como tal. Soy una especie de enfermo mental inofensivo que trata de
divertir a los demás. (p. 18)
En
este punto se hace más que evidente la distorsión tan retorcida de la realidad que empieza a desarrollar nuestro
autor con los deseos que le impone a su héroe y las situaciones en las que este
se empieza a ver envuelto haciendo uso de recursos insólitos como el lenguaje
religioso, modismos venezolanos y recetas de cocina estructurados bajo un
esquema que se subdivide entre Los Diez Mandamientos del culto judeocristiano,
así como también Los Siete Pecados Capitales,
y así por cada uno de ellos nuestro héroe relata cómo se van sucediendo
una serie de acontecimientos en los que se ve envuelto junto con aquellos a los
que él llama sus hermanos hermanas y
se ven en la necesidad de enfrentar juntos, como una verdadera orden religiosa
las vicisitudes de la vida conventual.
Podemos ver elementos paródicos que son
extremadamente evidentes más allá de que el libro sea una obra de humor que
cause risa, eso es lo de menos, lo que debemos hacer destacar es la brillantez
con la que el autor hace uso de elementos sagrados para poder darle forma a su
obra y a situaciones que solo podrían ser posibles en el mundo de la novela,
pero que, sin embargo, y por increíble que parezca, tienen su raíz y su génesis
en situaciones que posiblemente ha vivido o de las que ha escuchado el mismo
autor y de las cuales ha tenido que distanciarse para poder recrear todo en la
forma en que lo hizo.
Un ejemplo de esto último podría ser la
vida secreta o privada de aquellos que hacen vida en la palestra pública de un
país como Venezuela. Cuando nuestro autor intenta representar a sus colegas y a
personajes venezolanos lo hace a través de un proceso burlesco que a la vez
busca lograr su desmitificación. Muestra de ello podría ser el episodio en el
cual una «productora que años antes había ganado el Miss
Venezuela» intenta seducir, a causa de la lujuria, al hermano hermana Sor
Corona, quien era una hermana que:
Viene de un mundo lleno de lujuria y pecado como lo es el teatro. Ha
trabajado no solo en muchas obras teatrales sino que también en películas y en
programas de televisión. Fue justamente en este último medio donde Sor Corona
se llevó tremenda desilusión, siendo eso lo que la acercó al recogimiento, al
rezo y a la vida estítica de este convento. (p. 97)
Y en medio del ambiente de la televisión,
la ya mencionada exmiss, intenta convencer a la hermana Sor Corona de que le
puede dar mucha fama y fortuna a cambio
solo de su cuerpo, a lo que esta se niega en un principio pero termina
accediendo de mala gana y mediante uso de sustancias prohibidas suministradas
por la exmiss.
Este episodio puede dar fe, de manera
burlesca y retorcida mediante un proceso de distanciamiento de la realidad
llevado a cabo por el autor, así como la caricaturización e intercalación de
discursos, de la realidad discursiva que impera en el mundo de la farándula
venezolana en la que este tipo de cosas ocurren y han ocurrido todo el tiempo
para darle un lugar en este difícil mundo a nuevas personalidades que hoy en
día no necesariamente tienen que ser talentosos para pertenecer, sino disponer
de un buen físico y contactos o recurrir a lo que hace alusión el mencionado
episodio, lo que comúnmente en Venezuela se conoce como «operación colchón». Y no solo refleja esa realidad sino también una más subyacente, que es
la realidad en la vida conventual, que como se sabe, desde hace años, varias
órdenes, por no decir todas, en determinado momento, se entregan a la violación
de sus votos de distintas maneras dando lugar a situaciones profundamente
criticadas en todo el mundo y que a lo largo de las últimas décadas han
provocado que se ponga en tela de juicio la actitud de monjas, monjes y curas
con respecto a la vida dentro del convento o la orden religiosa.
Así pues no solamente podemos ver
ilustrada una carnavalización de hechos en los que todo está permitido (que un
grupo de hombres viejos se hagan monjas) y no hay leyes ni reglas que aplican
al mundo de nuestra realidad sino también podemos observar una interrelación
entre los distintos discursos que maneja el autor para darle forma a su obra,
que no se reduce solamente al ámbito religioso, sino también al de determinadas
figuras públicas mediante un proceso de asimilación de las circunstancias y estos
discursos para poder lograr observar todas las situaciones que intenta representar
a distancia, para así lograr exponerlas de una forma clara en la que estas
tienen sus propios principios dentro de la novela y además, como se afirmaba al
principio, representa los ánimos del autor por rendir un homenaje a todos
aquellos que forman parte de la obra, reconociéndolos así como dignos de perder
su tiempo escribiendo semejante libro por lo que el autor involucra a su héroe
con sus hermanos hermanas y logra distanciarse de ellos para poder darles una
vida, que no les pertenece, sino que están representando y, aún así, tienen que
estar relacionados con lo que ocurre en el libro porque si no, de otra forma,
este no existiría en absoluto. Esto lo
deja claro el héroe al iniciar su jornada de convertirse en monja en un
contexto enteramente ficcional y
novelesco que reconoce por su propia voluntad, dirigiéndose directamente al
lector para que entienda lo que él, el héroe, intenta hacer y cuál es la
situación:
Me impuse una tarea difícil. Yo, medio ateo y sin vocación religiosa,
decidí meterme a monja, ¿pero por qué hago esto…? Realmente no lo sé. Solo sé
que soy prisionero de mi literatura absurda. Ya no me pertenezco. Debo
continuar con mi misión hasta el final porque si no no podré cumplir con las
expectativas del morboso lector que compró este libro y que evidentemente cree
que algo debe pasar por haber decidido malgastar su dinero en una cosa sin
sentido. (p. 18)
El autor, convertido en héroe de ahora
en adelante, reconoce de entrada (en términos bajtiniano, sabiéndolo o no) el
proceso de mediación del que está pasando a formar parte. Se ha convertido a sí
mismo en algo que no tiene nada que ver con el mismo pero que inevitablemente
ha tenido su génesis en él. Se ha parodiado a sí mismo.
De manera que como hemos podido observar,
con unos pocos ejemplos, cómo de un libro, por el que no tiene ningún sentido
gastar un centavo, se ha podido desprender todo un proceso de internalización y
desarrollo de un discurso literario que lleva en sí mismo todo un bagaje de
otros discursos, que le han podido dar forma y origen y que solo necesitaban la
cabeza desequilibradamente brillante de su autor para poder demostrar que, aún
cuando un libro puede ser realmente malo,
no está exento de llevar consigo una serie de características que le den la
posibilidad de convertirse en una novela como lo hemos podido demostrar con los
ejemplos antes expuestos, y que se prueban a sí mismos con el viaje que tiene
que realizar nuestro confundido héroe, en el cual, se ve involucrado en una
serie de acontecimientos sórdidos y escandalosos, indignos de la vida
conventual, que a la larga solo demuestran la veracidad del título, nuestro
héroe decidido a hacerse monja lo logra, junto con sus hermanos hermanas. Cuando
lo logra se ve envuelto en una trama ridícula que lo termina decepcionando y
hace que, después de haber cumplido su deseo de ser monja, abandone la vida
conventual y regrese a su vida cotidiana, pues ya ha cumplido como ha podido
con el Dios al que decidió servir, se probó a si mismo que podía hacerlo, logró
superar el pecado que lentamente se instauró en el convento, se burló de cuanta
persona quiso, hizo reír a un lector comprensivo y con sentido del humor,
además de dar origen a un estudio serio y teórico a partir de una historia que
no tiene ningún sentido y que aun así no deja de ser emocionante al poder
constatar, como un grupo de hermanos hermanas que solo buscaban a Dios, no
pudieron escapar del pecado y de este estudio serio que, por más que lo intente,
no logro distanciar del resabio humorístico y sarcástico dejado por tan rara
novela.
Al
escuchar el alboroto, las hermanas que continuaban en el autobús se bajaron y
obligaron al chófer a que las acompañara.
̶ ¿Qué es lo que está pasando aquí? ̶preguntó visiblemente molesta Sor Virulo.
̶ Nada...bueno, nada, no. ¡A Sor Zapata le dio una vaina en el baño!
̶ ¡Hermana! ¿Qué lenguaje es ese? Después le mandaré una penitencia...Acompáñeme, señor ̶ le dijo al chófer.
̶ ¡No! ̶ gritaron los hermanos hermanas ̶. ¡El señor que no vaya!
̶ ¿Y por qué?
̶ ¡Porque Sor Zapata se quitó El justán y se le ve la comisura!
̶ ¡Ay, madre mía! Entonces entremos solas ̶dijo la madre superiora abriendo violentamente la puerta del baño junto con los hermanos hermanas Sor Miguel y Sor Raúl.
̶ ¿Qué es lo que está pasando aquí? ̶preguntó visiblemente molesta Sor Virulo.
̶ Nada...bueno, nada, no. ¡A Sor Zapata le dio una vaina en el baño!
̶ ¡Hermana! ¿Qué lenguaje es ese? Después le mandaré una penitencia...Acompáñeme, señor ̶ le dijo al chófer.
̶ ¡No! ̶ gritaron los hermanos hermanas ̶. ¡El señor que no vaya!
̶ ¿Y por qué?
̶ ¡Porque Sor Zapata se quitó El justán y se le ve la comisura!
̶ ¡Ay, madre mía! Entonces entremos solas ̶dijo la madre superiora abriendo violentamente la puerta del baño junto con los hermanos hermanas Sor Miguel y Sor Raúl.