viernes, 8 de enero de 2016

Manifestación de la concepción de la “Figura” de Erich Auerbach en el Canto XXIX de la Divina Comedia de Dante Alighieri.
            Hace ya siete siglos atrás, cuando lo que hoy catalogamos como la Edad Media se encontraba en declive y la civilización occidental podía vislumbrar una nueva época de renovación y redescubrimiento de conocimientos y ciencias que se habían perdido, fue producida y desarrollada una de las más grandes obras literarias que el mundo occidental haya conocido: de la pluma sublime del poeta florentino Dante Alighieri (29 de mayo de 1265 – 14 de septiembre de 1341) surgió, después de mucho estudio y tradición religiosa y literaria, la Divina Comedia. Esta obra maestra, compuesta en tercetos y dividida en 100 cantos, fue creada con la intención de recrear lo que luego la teología cristiana utilizaría para complementar años de tradición religiosa en lo que a la transición del alma inmortal de los hombres se refiere, Dante Alighieri asentó por escrito los castigos y las recompensas que las almas viles y las piadosas obtendrían respectivamente al final de su vida mortal en el mundo terrenal dependiendo de sus acciones, virtudes y vicios a través del Juicio Divino, lo que también le sirvió de excusa para dejar en la infamia a muchos de los que fueron sus enemigos políticos en una de las épocas más turbulentas de Florencia que empujaron a Dante al exilio permanentemente.
            Esta magnífica obra es abordada por el filólogo y critico literario alemán, Erich Auerbach en su libro “Mimesis”, este, comprende la unificación de varios ensayos y análisis a una gran cantidad y variedad de obras literarias de renombre que han influenciado y marcado un hito en la literatura y la cultura Occidental, entre estas la Divina Comedia. Cuando Auerbach se refiere a la Comedia introduce un principio que para él es el más fundamental, el más subyacente y sutil, presente en la obra maestra de Dante, este principio es el de la figura. Con lo que se va a proceder ahora es a vislumbrar un poco mejor como se hacen presente alguno de estos elementos de la  figura en el Canto XXIX de la Divina Comedia.
            En el Canto XXIX se narra la segunda parte de la IX Bolsa, donde habitan los sembradores de discordia, y el principio de la X Bolsa, donde habitan los falseadores, del Circulo VII del Infierno, reservado a los fraudulentos. Dante continúa su paso por el Infierno en compañía de su guía, Virgilio, y puede vislumbrar como en la Bolsa X son castigados los falseadores siendo corroídos por terribles enfermedades que deforman el cuerpo como repugnantes casos de lepra, costras y heridas que supuran por toda la anatomía de los condenados a la vez que desprenden un olor nauseabundo, que solo podría olerse en el Infierno y nunca en la tierra y que impera en todo el lugar. De entre todos los condenados, una vez más como en el resto de la obra, Dante logra vislumbrar a uno en particular que luego se identificaría como un tal Griffolino d’Arezzo que había servido a Álbero de Siena, un noble de la ciudad, este había condenado, al que ahora penaba en el infierno, a la hoguera por haber cometido supuestamente un fraude al tomarse en serio un comentario en broma realizado por el aretini quien había afirmado que sabía cómo volar, Álbero, al escuchar, solicitó que le enseñara y como este no pudo lo condenó a morir. Sin embargo, Griffolino luego afirma que no fue por ese pecado sino por otro por el cual estaba pagando condena en aquel espantoso círculo infernal. Su verdadero pecado era ser un practicante de la alquimia.
            Es en este punto de la historia cuando empieza a hacerse patente una de las características de la figura introducida por Auerbach, esta sería la dramática historicidad. En el Medioevo, ciencias o artes como la alquimia estaban completamente prohibidas por la Santa Iglesia Católica al considerarse prácticas heréticas que se correspondían con la brujería y el pactar con Satanás. Ahora bien, ¿cómo correspondería ese pecado con este Circulo del Infierno? Para responder solo habría que remitir a lo que era la eterna búsqueda de la alquimia de aquel entonces: tratar de convertir elementos menos nobles o corrientes en oro. Si entendemos esto podemos entender fácilmente que este aretini está siendo castigado por intentar deformar y falsear la obra legítima de Dios mediante procesos contra natura, y además se incluye el pecado de falsificar elementos ordinarios y de poco valor para hacerlos parecer el más precioso de los metales. Luego tenemos que este famoso alquimista, dotado con prestidigitación e ilusionismo, hace alarde en el momento y lugar equivocado a quien no debía de cuales era sus capacidades a través de las artes que supuestamente dominaba, esto conduce a su ruina y describe como se condenó a si mismo haciendo una clara referencia al mito griego de Dédalo, cosa que es característica de Dante en su Comedia y también se corresponde con la idea de figura presentada por Auerbach al ser un lenguaje netamente figurativo y alegórico que se encarga de instruir de manera práctica, a través de elementos como el símil, cuáles serían los castigos y las recompensas de las almas dependiendo de la gravedad de su vicio o lo excelso de su virtud al verse enfrentadas al Juicio de Dios. Este alquimista, que comete el error de abrir la boca cuando debía estar callado, se enfrenta a ser ejecutado a través de uno de los métodos más infames de la historia como lo era la hoguera, el dominio del arte que ha llevado toda su vida marca su destino desde un principio y hace que el mismo condene su alma inmortal a un lugar de aberración en donde pagan sus pecados los falsificadores y los herejes que con sus obras ofendieron al Señor. Así como ellos deformaron la verdad y el orden natural de las cosas así pagarían sus culpas en las entrañas del Inframundo siendo devorados y consumidos por repugnantes y dolorosas enfermedades que deforman su cuerpo y les hacen sufrir por toda la eternidad.

            Esta marca de sus pecados los acompaña ahora para siempre, y son percibidos por Dante quien se encarga de registrar todos estos hechos para que se pueda tener conciencia de que fue de aquellas almas que practicaban estas artes demoníacas que se envilecían aun más por la mentira en la que estaban fundamentadas. Será una lección de ahora en adelante para las generaciones futuras que de otra forma no podrían haber tenido la advertencia de no haber sido por la pluma afilada de Dante al dejar evidencia a aquellos que en vida fueron viles.

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