Y quien pasa a ser
señor de una ciudad acostumbrada a vivir libre y no
la destruye
que espere ser destruido por ella, pues
en la rebelión siempre encontrará
refugio
y justificación en
el nombre de la libertad y en sus antiguas instituciones,
cosas que
jamás se olvidan
a
pesar del paso del tiempo y de la generosidad del nuevo señor. Nicolás
Maquiavelo, El Príncipe.
La inconformidad humana es una de
las actitudes que nos determina como especie, es una sensación de
insatisfacción frente al orden de las cosas que deja de ser suficiente para
llenarnos el ser íntegramente. Esta sensación de inconformidad es la que nos ha
llevado a adentrarnos cada vez más dentro de nosotros mismos y ha sido uno de
los pilares fundamentales que sustenta la búsqueda del conocimiento y el
desarrollo de nuestras capacidades técnicas e intelectuales.
Esta
insatisfacción nos hace buscar maneras de ser más humanos, estamos inconformes
con el mundo porque es una mierda, ergo, buscamos como hacer que deje de ser tan
miserable.
Uno
de los puntos de partida del humano, del hombre, que pueden funcionar como
origen o remedio de esa insatisfacción y al mismo tiempo que debe funcionar para
relacionarse con el mundo es la familia, esta entre muchas otras cosas, es el
modelo a escala fundamental de toda sociedad y es la que permite perpetuar y
adecuar un determinado sistema de valores en las nuevas generaciones. En este
sentido, pues, pasaremos a tratar el tema que nos atañe a partir del
largometraje Coraline, la película, basada
en la novela del mismo nombre escrita por Neil Gaimane en 2002, y elaborada a
partir de la técnica del stop-motion, narra la historia de una pequeña niña que
se muda con su familia a una casa centenaria en mitad del campo conocida como
“Palacio Rosado”, en ella, Coraline, prácticamente libre de la vigilancia de
sus padres, pues estos se encuentran muy ocupados con su trabajo, descubre una
pequeña puerta en el salón de la casa que la conduce a un mundo paralelo.
En
este mundo paralelo habitan todos aquellos que la rodean en su círculo más
inmediato con la única diferencia de que el mundo que ellos habitan parece ser
un mundo idílico, sin ningún tipo de problemas, donde todo es alegría y
diversión, en el que sus padres le prestan atención, sus vecinos no le causan
ese cierto desagrado que si le ocasionan en su mundo, y, además, tienen la
particularidad de que todos tienen botones en su rostro en lugar de ojos. En
fin, es un mundo en el que todas las insatisfacciones, la inconformidad y el
aburrimiento de Coraline son resueltos por la que luego descubriremos es una
bruja absolutista que crea y destruye ese mundo a su antojo conocida como “la
otra mamá” y que Coraline debe derrotar con la ayuda de un pequeño gato negro y
de su nuevo amigo, para ser libre de su
hechizo y liberar a sus padres.
La
aventura de Coraline puede ser entendida a partir de un viaje de
experimentación de dos formas de concebir el Estado y sus implicaciones con
respecto al individuo y sus libertades y derechos. Estas dos concepciones son
las planteadas por Hobbes en Leviatán
y Locke en su Segundo tratado sobre el
gobierno civil.
El
mundo en el que Coraline debe desenvolverse es uno en el que los valores y la
autoridad parecen haberse difuminado en la comunidad, todos velan por sí mismo
y son vecinos pero no se interrelacionan para coexistir en comunidad al
principio. El Estado ha quedado completamente laxo, no hay un punto de
referencia y de autoridad de la cual asirse, no hay unas normas que determinen
la naturaleza de la convivencia ni de Coraline con sus padres ni de estos con
sus vecinos. Habitan la misma mansión pero no están compenetrados ni forman
comunidad, cada quien vela por sí.
Coraline
se encuentra en una especie de limbo o en un estado de naturaleza en el que no
está determinada por ninguna forma de gobierno más allá de la escasa autoridad
de sus padres. En pleno uso de sus facultades individuales Coraline empieza su
viaje explorando el mundo que la rodea y busca entenderlo para encontrar una
forma de satisfacer la escasa atención que le prestan sus padres: está
completamente desatendida por el Estado que encarnan sus padres y está
facultada para ejercer sus libertades según ella lo considere. En este punto podemos
tomar las palabras tanto de Locke como de Hobbes pues ambos estiman que el
hombre en este estado está determinado por distintas condiciones.
Para
Locke el estado de naturaleza es aquel en el que el hombre es completamente
libre de tomar decisiones y es igual a todos sus semejantes, en ninguno de
ellos hay autoridad ni superioridad de condiciones sobre el otro, coexisten y
colaboran según la ley natural, pero así como están sometidos por igual ante la
ley natural en el uso de su libertad también lo están en el uso de la
responsabilidad por sus actos y por lo tanto la jurisprudencia recae en cada
hombre por igual, la ley determina por igual y cada hombre puede castigar y
juzgar por igual para restituir el orden de la ley:
Pues la ley de la
naturaleza, igual que todas las demás leyes que afectan a los hombres en este
mundo, sería vana si no hubiese nadie que, en el estado natura, tuviese el poder
de ejecutar dicha ley protegiendo al inocente y poniendo coto al ofensor. Y si
en el estado natural cualquier persona puede castigar a otra por el mal que ha
hecho, todos pueden hacer lo mismo; pues en este estado de perfecta igualdad en
el que no hay superioridad ni jurisdicción de uno sobre otro, cualquier cosa
que uno pueda hacer para que se cumpla esa ley será algo que todos los demás
tendrán también el mismo derecho de hacer. (Locke, 2006, p.13)
Por
su parte, Hobbes sostiene que este estado de naturaleza es aquel en el que el
hombre se encuentra en un medio hostil en el que debe velar por su
supervivencia a como dé lugar valiéndose de todo método posible, en este estado
el hombre, determinado por la ley natural, es el que se conoció como homo homini lupus, el hombre que devora
a su igual, no viven en comunidad ni en colaboración para subsistir sino que
impera la sobrevivencia del más fuerte y la libertad para ejercer los deseos
del individuo para garantizar su existencia:
El derecho natural,
que los escritores llaman comúnmente just
naturale, es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder,
como él quiera, para la preservación
de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida y, por consiguiente, de
hacer toda cosa que en su propio juicio, y razón, conciba como el medio más
apto para aquello. (Hobbes, 2004, p.132)
De
manera que, en vista de su búsqueda por una forma de desarrollarse como
individuo, Coraline busca generar comunidad con algún otro en su círculo
inmediato y, al no encontrar a nadie que se ajustara a sus expectativas o
exigencias particulares, decide tomar el camino de la puerta y el túnel
secretos en el que se le presenta este otro mundo contrapuesto en el que al
parecer todos son felices y están contentos con la vida y con su forma de hacer
las cosas, pero lo que se esconde detrás de esa fachada es el dominio de la
bruja que ha construido ese mundo a su gusto y en el que todos sus habitantes han
entregado su libertad para que el Estado, La otra mamá, les otorgue esa vida de
placeres y felicidad que los mantiene alejados de las inseguridades de un mundo
exterior hostil que puede interferir con su estilo de vida. Ellos han
renunciado a sus derechos y a su libertad, todo en favor del Estado para no
tener que tomar las decisiones que este si está dispuesto a tomar.
No
obstante, la bruja se enfrenta a las condiciones que se originan en el epígrafe
que da comienzo a este trabajo, ella necesita encontrar la manera de que su
Estado absoluto, lo que para Maquiavelo era el Principado, se mantenga en sus
cabales según lo que ella desea y para ello debe enfrentarse a las desventajas
que devienen de someter a un Estado como el suyo por medio del terror. La Bruja,
para mantener el equilibrio de su Estado falló en encontrar la manera de
mantener el equilibrio entre “ser tenido por clemente y no por cruel” (Maquiavelo,
2008, p.99), a pesar de que pueda recurrir a la crueldad para mantener el poder
de su mundo. Ella sigue un modus operandi, es seductora al principio como todo
príncipe que se ha de hacer desear, es el hombre de mayor valía al que los
demás deben acudir buscando protección pues es el más fuerte (Hobbes, 2004). De
esta manera se le muestra a Coraline, pero el plan falla cuando ella descubre
las verdaderas intenciones de la bruja para esclavizarla y hacerla formar parte
de su otro mundo, el mundo que se
mantiene sometido a ella.
Ante
estas circunstancias Coraline empieza a sopesar para sí cuáles son sus opciones
con respecto a su forma de ser en el mundo ¿huir de su responsabilidad cediendo
su libertad o hacer pleno uso de ella, tomar la responsabilidad en sus manos y
luchar contra ese Estado absoluto? Valdría la pena, de igual manera, hacer una
pequeña mención a que las condiciones en las que Coraline se debate frente al
ejercicio de su libertad individual se configuran perfectamente con la doctrina
existencialista sartreana basada en la necesidad del individuo por superar el
ser de mala fe al verse en una posición en la que debe tomar una decisión con
respecto a cómo ella va a vivir esa contingencia, cómo se va a producir y cómo
se va a generar la experiencia de enfrentarse a un Estado totalitario que
quiere arrebatarle su libertad. Coraline está en la capacidad de cuestionar el
sistema de valores que se le ofrecen para que sea parte de ellos y es capaz de
tomar la decisión de hacerse a sí misma y llenarse de significado, tiene la
oportunidad de poner en movimiento la tensión entre la facticidad y la trascendencia
pues su proyecto de vida en esta contingencia está sujeto a lo que decida al
enfrentarse a la bruja.
Coraline
se ve en la capacidad de decidir y ella decide, al decidir se hace responsable
de sus actos y busca trascender reflexionando sobre sí misma ¿ella quiere que
la Bruja se apropie de su libertad o ella hará uso de su libertad para
reflexionar sobre sí misma, sus decisiones y así conquistar la autenticidad de
su ser y en el proceso ayudar al prójimo a ser libre de la captura de la Bruja?
Coraline decide no autoengañarse ni ceder ante el dominio ni los designios de
alguien más, ella es quien es, busca sobreponerse al cogito prerreflexivo en
cada oportunidad que se le presenta de forma tal que es lo que no es y no es lo que es (Guevara Riera, 2000).
Así
pues, dada la decisión de Coraline por enfrentarse a la entrega de sus
libertades frente a un ente externo nos topamos con que Locke, en una
particular sincronía con Sartre, expresa su inconformidad con respecto a la
postura de Hobbes y determina en su forma de concebir el gobierno civil el
dilema ante el que se encuentra Coraline pues esta decide, al final, luchar
contra la bruja por su libertad y por la de sus padres que han sido víctimas de
sus decisiones en su experimentación de los Estados al ser capturados por la
bruja, es aquí cuando Coraline entra en el estado de guerra descrito por Locke:
Y de aquí viene el
que quien intenta poner a otro hombre bajo su poder absoluto se pone a sí mismo
en una situación de guerra con él; pues esa intención ha de interpretarse como
una declaración o señal del que quiere atentar contra su vida. Porque yo tengo
razón cuando concluyo que aquel que quiere ponerme bajo su poder sin mi
consentimiento podría asimismo destruirme en cuanto le viniese en gana. Pues
nadie desearía tenerme bajo su poder absoluto, si no fuera para obligarme a
hacer cosas que van contra mi voluntad, es decir, para hacer de mí un esclavo. (p.23)
En
este estado de guerra, previo a la definición total de la decisión de Coraline,
esta reconoce que la bruja intenta apoderarse de su vida y de su alma, intenta
cegarla, mediante uno de los actos más significativos y artísticos del film y
que amerita particular atención: ante sus decisiones autocráticas tomando de
ella sus ojos para convertirlos en botones y que ella solo vea lo que el
leviatán quiere que vea, que sea lo que quiere que sea y se someta a sus
designios, de lo contrario su destino es el que sufren los tres niños que
encuentra apresados en el espejo al igual que el destino del “otro papá”, que
decide rebelarse contra ella y termina siendo diluido por el Estado, el dejó de
existir porque dejó de ser conveniente para la autócrata que él siguiera
existiendo.
Usualmente
decimos cosas como “no hay peor ciego que el que no quiere ver”, el sentido de
la vista, la capacidad de ver por uno mismo es tomado como elemento fundamental
de toda la trama pues todos aquellos que forman parte del mundo de la otra mamá
han entregado una de las capacidades más elementales del ser humano, aquella
capacidad por la que recibimos casi toda la información del mundo que nos rodea
y que nos permite racionalizar hechos tangibles a partir de la observación
empírica.
Hace
falta ver el mundo para tener conciencia y un criterio individual de qué pensar
sobre él y las cosas que ocurren en él. Los miembros de este mundo de la Bruja
le han entregado a ella esa responsabilidad, ella les ha arrancado sus ojos, su
capacidad de valerse por sí mismo.
Cuando
alguno, en este caso El otro papá tuvo la osadía de rebelarse ante el
absolutismo fue liquidado, cuando intentó ver y verbalizar por sí mismo aquello
que el reflexionaba para sí, cuando él intentó hacer uso de su libertad de ver
fue desplazado. Coraline sabía que ese sería su destino si llegase a aceptar
tan engañosa oferta.
En
el Estado de derecho promovido por Locke la responsabilidad individual es
fundamental para el funcionamiento del gobierno civil pues el individuo es el
que ve de primera mano y analiza cuales son las conductas que le convienen a su
sociedad para formular el consenso. Si le entregamos nuestra capacidad de ver
por nosotros mismos al leviatán entregamos nuestra soberanía individual y
nuestra capacidad de discernir la cosa pública y de ejercer nuestro derecho en
la toma de decisiones.
Orwell
decía que la única esperanza yacía en los proles, pero ellos no lo verían hasta
que se dieran cuenta de su propia fuerza y no se darán cuenta de su propia
fuerza hasta que no se den cuenta de que la esperanza recae en ellos, pues
ellos ya no veían por sí mismos, ellos veían a través de los ojos del Gran
Hermano, el leviatán totalitario, el heredero del absolutismo.
Así,
pues, tenemos que la aventura de Coraline termina cuando esta termina por tomar
en sus manos la responsabilidad de sus acciones y decisiones tomadas en su
estado de naturaleza: ella salió de un Estado que la desatendía por negligencia
o mediocridad a causa de la falta de empatía y comunicación, a otro que para
otorgarle felicidad le exigía su
ciega obediencia y el control completo de sus decisiones, ella, en su error
asume sus consecuencia y combate contra ese Estado absoluto por su libertad, la
de sus padres y la de sus amigos.
Coraline
decide proclamar la rebelión más grande que puede haber: aquella que se produce
en favor de los derechos individuales del hombre en el que cada persona debe
ser libre para ser en el mundo, tomar sus propias decisiones y estar, a su vez,
unidos y coordinados. Todo esto mediante la existencia de un Estado de derecho,
de una república liberal y democrática, en el que prive la responsabilidad
individual y la colectiva para el correcto funcionamiento de la sociedad. El
leviatán, es, pues, derrotado por la libertad de pensamiento. Coraline decidió
acabar con una autócrata y buscar la manera de producir su propia felicidad,
una felicidad verdadera, matizada, con altos y bajos, al igual que la condición
humana, acompañada de sus amigos, de su familia y de sus vecinos creando
comunidad a partir de la comunicación y el trabajo por lo común, perfectamente
recreado en ese hermoso jardín que cultivan todos juntos.
La
aventura de Coraline nos habla de las ventajas del trabajo por lo común
partiendo del cultivo de las libertades individuales, si nosotros nos cultivamos
a nosotros mismos en materia de derechos, de responsabilidad y de trascendencia
hacia lo públicos vamos a poder conformar de manera más efectiva y empática una
relación entre pares productiva con el otro que vaya más allá de un simple
saludo en un pasillo. Respetar y reconocer al otro parte de la idea de la
convivencia en común que nos otorga el Estado de derecho anulando el Estado de
Naturaleza y poniendo en equilibro nuestras pulsiones más naturales en servicio
de la coexistencia pacífica.
Esta
es la lección que le ha dejado a Coraline ese mundo retorcido y perverso en el
que todos se devoran entre sí. Ella tuvo la suerte (y el lujo) de experimentar
los dos Estados para determinar cuál le (nos) servía más, cuál resultaba más
efectivo y prometedor en cuestiones del desarrollo de la convivencia humana.
Una sociedad, un Estado, un grupo humano, una relación en comunidad no puede
sobrevivir ni trascenderse a partir de la desconfiaza en el otro ni ignorando
los males que nos acechan y que dejamos sin resolver una y otra vez. Coraline
fue perseguida por La otra mamá hasta que decidió hacerle frente. Nosotros
debemos hacerle frente siempre, constantemente, a todos aquellas personas y
modelos que intente superponerse a nuestra capacidad individual sobre qué es lo
que queremos para nuestras vidas públicas y privadas, de lo contrario esas
malas decisiones, carentes de racionalidad, impulsada solo por sentimientos
negativos nos pueden conducir a Estados fallidos, por decir lo menos, y a
situaciones inimaginablemente trágicas, cortesía de la ignorancia y la falta de
libertades, de educación y de conciencia de ciudadanía.
Desde
este punto de vista, volviendo a la perspectiva existencial, los Estados tienen
que estarse haciendo, al igual que las personas, para trascenderse (Sartre
dixit). Si partimos de la racionalidad individual los pueblos, los ciudadanos
son capaces de superar los retos más grandes que se les presenten con el paso
del tiempo. Si no se lucha y se atraviesa
el duelo de estos fantasmas despóticos, de aquellos que nos quieren transformar
en el homo monini lupus, el Estado
está condenado a ser arrasado finalmente por cualquier forma que cobre ese
espectro, por cualquier forma que cobre ese leviatán, por el sicariato, por el
narcotráfico, por la pobreza, hasta por el socialismo.
Referencias:
Guevara Riera,
M. F. (2000). Límites de la filosofía
moral de Sartre. Caracas: Publicaciones UCAB.
Derrida, J.
(1998). Espectros de Marx: el Estado de la deuda, el trabajo del duelo y la
nueva Internacional. Madrid: Editorial Trotta.
Hobbes, T. (2004). Leviatán. Buenos Aires: Losada.
Locke, J.
(2006). SegundoTratado sobre el Gobierno
Civil. Un ensayo acerca del verdadero origen, alcance y fin del Gobierno Civil.
España: Tecnos.
Maquiavelo, N.
(2008). El Príncipe. Salamanca:
Alianza Editorial.
Orwell, G.
(1980). 1984. España: Salvat
Editores.
Selick, H.,
Jennings, C. (productores) y Selick, H. (director). (2009). Coraline [Cinta cinematográfica]. EU.:
Laika y Pandemonium LLC.