viernes, 29 de enero de 2016

Estudio serio de "Mi vida de monja" de Claudio Nazoa.

Análisis del libro Mi Vida de Monja, el libro prohibido por el Papa a la luz de la sociología de la literatura bajo los preceptos de Mijaíl Bajtín.

                -“Toda novela es la representación de una carnavalización
                                                                                                Mijaíl Bajtín

            Dice cierto humorista venezolano que los libros son dadores de vida y de inmortalidad, cuando se escribe una obra literaria, por mala o buena que sea, lo que yace o quien yace dentro de ella cobra forma y vida propia, existe por mor de sí misma con sus propias reglas y leyes, al terminar de escribirse estas dejan de existir, pero cuando el lector decide iniciar la lectura estos vuelven a cobrar vida haciendo uso de su innegable inmortalidad, cuando el lector la termina o interrumpe estos vuelven a dormir mas siguen ahí. No importa lo que pase en el exterior ellos siguen ahí, existiendo y esperando cobrar forma y vida de nuevo al ser leídos de nuevo ya sea por curiosidad, ocio, morbo o por poder decir que aquello es una porquería, no importa para lo que está escrito lo que piense quien lo lee.

            Ahora bien, partiendo de esta afirmación, que a mi parecer resulta innegable como principio de la literatura, pasamos a describir un poco la obra que le da título a este trabajo para luego proceder a realizar un análisis apropiado de su naturaleza bajo los términos que nos atañen.

            Mi Vida de Monja es un libro, autoproclamado de humor y de literatura absurda por su mismo autor, el humorista venezolano Claudio Nazoa, hijo del ilustre literato venezolano Aquiles Nazoa. En esta obra, el autor se dedica fundamentalmente a narrar una serie de situaciones disparatadas desde el momento en el que el héroe, al principio del libro, toma la decisión de seguir un deseo  que había guardado durante toda su vida y que vino a poder hacerse realidad en su vejez, este deseo no es otro ni más ni menos que convertirse en monja. De manera que a partir del momento en el que nuestro héroe toma esta decisión, su vida empieza a cambiar y empieza a internarse en una serie de situaciones totalmente absurdas en conjunto con un grupo de colegas humoristas o personajes de la farándula venezolana, que misteriosamente al igual que el autor, que además en este caso asume el papel del héroe de manera ficcional alejándose increíblemente de él mismo, se han convertido en monjas y por lo tanto deciden formar un convento con todo lo que esto implica para un grupo de hombres que han decidido irresolublemente entregar sus vidas, ya en la vejez, al servicio de Dios.

            Como podemos ver, con solo exponer el título de la obra y la naturaleza ilógica de la misma, fácilmente podemos dilucidar la naturaleza que inunda al texto con respecto a la terminología o los preceptos de Mijaíl Bajtín cuando este define lo que para él es la naturaleza de una novela: una carnavalización.

            Al introducir su obra, el autor hace una aclaración que intenta ser seria para poder dar paso a una obra que, paradójicamente, lo es tanto como no lo es, ya que en los términos que nos estamos refiriendo tenemos que, según Bajtín, una carnavalización se logra a través de la parodia, y la parodia, elemento profundamente serio para Bajtín, no es otra cosa más que el acto de distorsionar, retorcer y desdibujar de manera burlesca y adecuada una realidad discursiva mediante la escritura de una novela, ya que esta siempre va a ser la parodia de una realidad por la cantidad de géneros discursivos que en ella se cruzan al carecer de originalidad. Así las cosas, podemos dar cuenta de que este libro posee las características esenciales formuladas por Bajtín para ser considerada y nombrada como una novela mediante la aclaración antes mencionada que se encuentra en el apartado Si no lee esto no entenderá nada del cual cito el siguiente fragmento:

Es probable que este libro sea leído no solo en Venezuela, sino también en otros países. ¡Ruego a Dios que así sea! En el primer caso, el lector se topará con renombrados intelectuales y talentos humoristas venezolanos, interpretando vidas que no les pertenecen, y que solo pueden ser posible en el disparatado marco de la literatura absurda. En el segundo caso, el lector conocerá, por medio del sentido del humor, a unos seres especiales, que admiro y aprecio. De pronto, sin quererlo, este libro es un homenaje a ellos. (p. 13)

            Al destacar esta consideración que tiene el autor con respecto al lector, para que sea tomada en cuenta de ahora en adelante, podemos afirmar sin lugar a dudas que esta obra posee las características exigidas por Bajtin para ser catalogada como una novela y para empezar nos podemos remitir al título y la portada del libro, Claudio Nazoa, un destacado humorista venezolano, caracterizado por sus amplios conocimientos en el humor, las letras y la cocina, escribe un libro y lo llama Mi Vida de Monja, un lector acostumbrado al carácter de Nazoa esperaría cualquier cosa y con razón. Con este título, el autor está claramente haciendo una expresión totalmente burlesca del discurso religioso católico. Un hombre viejo y gordo que decide en la cumbre de su vida dejar la vida del pecado y el derrape para ponerse al servicio de Dios, ordenándose como monja y asumiendo las características una sin dejar de ser quien es y ya iniciado el libro este hace la aclaratoria:

Pues bien, no soy mujer pero he dejado de ser hombre sin perder mi masculinidad. Tampoco soy marico ni transformista, sería más fácil si así fuera. Soy simplemente una monja y tengo que tratar de pasar como tal. Soy una especie de enfermo mental inofensivo que trata de divertir a los demás. (p. 18)

            En este punto se hace más que evidente la distorsión tan retorcida de  la realidad que empieza a desarrollar nuestro autor con los deseos que le impone a su héroe y las situaciones en las que este se empieza a ver envuelto haciendo uso de recursos insólitos como el lenguaje religioso, modismos venezolanos y recetas de cocina estructurados bajo un esquema que se subdivide entre Los Diez Mandamientos del culto judeocristiano, así como también Los Siete Pecados Capitales,  y así por cada uno de ellos nuestro héroe relata cómo se van sucediendo una serie de acontecimientos en los que se ve envuelto junto con aquellos a los que él llama sus hermanos hermanas y se ven en la necesidad de enfrentar juntos, como una verdadera orden religiosa las vicisitudes de la vida conventual.

Podemos ver elementos paródicos que son extremadamente evidentes más allá de que el libro sea una obra de humor que cause risa, eso es lo de menos, lo que debemos hacer destacar es la brillantez con la que el autor hace uso de elementos sagrados para poder darle forma a su obra y a situaciones que solo podrían ser posibles en el mundo de la novela, pero que, sin embargo, y por increíble que parezca, tienen su raíz y su génesis en situaciones que posiblemente ha vivido o de las que ha escuchado el mismo autor y de las cuales ha tenido que distanciarse para poder recrear todo en la forma en que lo hizo.

Un ejemplo de esto último podría ser la vida secreta o privada de aquellos que hacen vida en la palestra pública de un país como Venezuela. Cuando nuestro autor intenta representar a sus colegas y a personajes venezolanos lo hace a través de un proceso burlesco que a la vez busca lograr su desmitificación. Muestra de ello podría ser el episodio en el cual una «productora que años antes había ganado el Miss Venezuela» intenta seducir, a causa de la lujuria, al hermano hermana Sor Corona, quien era una hermana que:

Viene de un mundo lleno de lujuria y pecado como lo es el teatro. Ha trabajado no solo en muchas obras teatrales sino que también en películas y en programas de televisión. Fue justamente en este último medio donde Sor Corona se llevó tremenda desilusión, siendo eso lo que la acercó al recogimiento, al rezo y a la vida estítica de este convento. (p. 97)

Y en medio del ambiente de la televisión, la ya mencionada exmiss, intenta convencer a la hermana Sor Corona de que le puede dar mucha  fama y fortuna a cambio solo de su cuerpo, a lo que esta se niega en un principio pero termina accediendo de mala gana y mediante uso de sustancias prohibidas suministradas por la exmiss.

Este episodio puede dar fe, de manera burlesca y retorcida mediante un proceso de distanciamiento de la realidad llevado a cabo por el autor, así como la caricaturización e intercalación de discursos, de la realidad discursiva que impera en el mundo de la farándula venezolana en la que este tipo de cosas ocurren y han ocurrido todo el tiempo para darle un lugar en este difícil mundo a nuevas personalidades que hoy en día no necesariamente tienen que ser talentosos para pertenecer, sino disponer de un buen físico y contactos o recurrir a lo que hace alusión el mencionado episodio, lo que comúnmente en Venezuela se conoce como «operación colchón». Y no solo refleja esa realidad sino también una más subyacente, que es la realidad en la vida conventual, que como se sabe, desde hace años, varias órdenes, por no decir todas, en determinado momento, se entregan a la violación de sus votos de distintas maneras dando lugar a situaciones profundamente criticadas en todo el mundo y que a lo largo de las últimas décadas han provocado que se ponga en tela de juicio la actitud de monjas, monjes y curas con respecto a la vida dentro del convento o la orden religiosa.

Así pues no solamente podemos ver ilustrada una carnavalización de hechos en los que todo está permitido (que un grupo de hombres viejos se hagan monjas) y no hay leyes ni reglas que aplican al mundo de nuestra realidad sino también podemos observar una interrelación entre los distintos discursos que maneja el autor para darle forma a su obra, que no se reduce solamente al ámbito religioso, sino también al de determinadas figuras públicas mediante un proceso de asimilación de las circunstancias y estos discursos para poder lograr observar todas las situaciones que intenta representar a distancia, para así lograr exponerlas de una forma clara en la que estas tienen sus propios principios dentro de la novela y además, como se afirmaba al principio, representa los ánimos del autor por rendir un homenaje a todos aquellos que forman parte de la obra, reconociéndolos así como dignos de perder su tiempo escribiendo semejante libro por lo que el autor involucra a su héroe con sus hermanos hermanas y logra distanciarse de ellos para poder darles una vida, que no les pertenece, sino que están representando y, aún así, tienen que estar relacionados con lo que ocurre en el libro porque si no, de otra forma, este no existiría en absoluto.  Esto lo deja claro el héroe al iniciar su jornada de convertirse en monja en un contexto enteramente ficcional  y novelesco que reconoce por su propia voluntad, dirigiéndose directamente al lector para que entienda lo que él, el héroe, intenta hacer y cuál es la situación:

Me impuse una tarea difícil. Yo, medio ateo y sin vocación religiosa, decidí meterme a monja, ¿pero por qué hago esto…? Realmente no lo sé. Solo sé que soy prisionero de mi literatura absurda. Ya no me pertenezco. Debo continuar con mi misión hasta el final porque si no no podré cumplir con las expectativas del morboso lector que compró este libro y que evidentemente cree que algo debe pasar por haber decidido malgastar su dinero en una cosa sin sentido. (p. 18)

El autor, convertido en héroe de ahora en adelante, reconoce de entrada (en términos bajtiniano, sabiéndolo o no) el proceso de mediación del que está pasando a formar parte. Se ha convertido a sí mismo en algo que no tiene nada que ver con el mismo pero que inevitablemente ha tenido su génesis en él. Se ha parodiado a sí mismo.


De manera que como hemos podido observar, con unos pocos ejemplos, cómo de un libro, por el que no tiene ningún sentido gastar un centavo, se ha podido desprender todo un proceso de internalización y desarrollo de un discurso literario que lleva en sí mismo todo un bagaje de otros discursos, que le han podido dar forma y origen y que solo necesitaban la cabeza desequilibradamente brillante de su autor para poder demostrar que, aún cuando un libro puede ser realmente malo, no está exento de llevar consigo una serie de características que le den la posibilidad de convertirse en una novela como lo hemos podido demostrar con los ejemplos antes expuestos, y que se prueban a sí mismos con el viaje que tiene que realizar nuestro confundido héroe, en el cual, se ve involucrado en una serie de acontecimientos sórdidos y escandalosos, indignos de la vida conventual, que a la larga solo demuestran la veracidad del título, nuestro héroe decidido a hacerse monja lo logra, junto con sus hermanos hermanas. Cuando lo logra se ve envuelto en una trama ridícula que lo termina decepcionando y hace que, después de haber cumplido su deseo de ser monja, abandone la vida conventual y regrese a su vida cotidiana, pues ya ha cumplido como ha podido con el Dios al que decidió servir, se probó a si mismo que podía hacerlo, logró superar el pecado que lentamente se instauró en el convento, se burló de cuanta persona quiso, hizo reír a un lector comprensivo y con sentido del humor, además de dar origen a un estudio serio y teórico a partir de una historia que no tiene ningún sentido y que aun así no deja de ser emocionante al poder constatar, como un grupo de hermanos hermanas que solo buscaban a Dios, no pudieron escapar del pecado y de este estudio serio que, por más que lo intente, no logro distanciar del resabio humorístico y sarcástico dejado por tan rara novela.

Al escuchar el alboroto, las hermanas que continuaban en el autobús se bajaron y obligaron al chófer a que las acompañara.
̶ ¿Qué es lo que está pasando aquí?   ̶preguntó visiblemente molesta Sor Virulo.
̶ Nada...bueno, nada, no. ¡A Sor Zapata le dio una vaina en el baño!
̶ ¡Hermana! ¿Qué lenguaje es ese? Después le mandaré una penitencia...Acompáñeme, señor  ̶  le dijo al chófer.
̶ ¡No!  ̶ gritaron los hermanos hermanas  ̶. ¡El señor que no vaya!
̶ ¿Y por qué?
̶ ¡Porque Sor Zapata se quitó El justán y se le ve la comisura!
̶ ¡Ay, madre mía! Entonces entremos solas   ̶dijo la madre superiora abriendo violentamente la puerta del baño junto con los hermanos hermanas Sor Miguel y Sor Raúl.

viernes, 8 de enero de 2016

Manifestación de la concepción de la “Figura” de Erich Auerbach en el Canto XXIX de la Divina Comedia de Dante Alighieri.
            Hace ya siete siglos atrás, cuando lo que hoy catalogamos como la Edad Media se encontraba en declive y la civilización occidental podía vislumbrar una nueva época de renovación y redescubrimiento de conocimientos y ciencias que se habían perdido, fue producida y desarrollada una de las más grandes obras literarias que el mundo occidental haya conocido: de la pluma sublime del poeta florentino Dante Alighieri (29 de mayo de 1265 – 14 de septiembre de 1341) surgió, después de mucho estudio y tradición religiosa y literaria, la Divina Comedia. Esta obra maestra, compuesta en tercetos y dividida en 100 cantos, fue creada con la intención de recrear lo que luego la teología cristiana utilizaría para complementar años de tradición religiosa en lo que a la transición del alma inmortal de los hombres se refiere, Dante Alighieri asentó por escrito los castigos y las recompensas que las almas viles y las piadosas obtendrían respectivamente al final de su vida mortal en el mundo terrenal dependiendo de sus acciones, virtudes y vicios a través del Juicio Divino, lo que también le sirvió de excusa para dejar en la infamia a muchos de los que fueron sus enemigos políticos en una de las épocas más turbulentas de Florencia que empujaron a Dante al exilio permanentemente.
            Esta magnífica obra es abordada por el filólogo y critico literario alemán, Erich Auerbach en su libro “Mimesis”, este, comprende la unificación de varios ensayos y análisis a una gran cantidad y variedad de obras literarias de renombre que han influenciado y marcado un hito en la literatura y la cultura Occidental, entre estas la Divina Comedia. Cuando Auerbach se refiere a la Comedia introduce un principio que para él es el más fundamental, el más subyacente y sutil, presente en la obra maestra de Dante, este principio es el de la figura. Con lo que se va a proceder ahora es a vislumbrar un poco mejor como se hacen presente alguno de estos elementos de la  figura en el Canto XXIX de la Divina Comedia.
            En el Canto XXIX se narra la segunda parte de la IX Bolsa, donde habitan los sembradores de discordia, y el principio de la X Bolsa, donde habitan los falseadores, del Circulo VII del Infierno, reservado a los fraudulentos. Dante continúa su paso por el Infierno en compañía de su guía, Virgilio, y puede vislumbrar como en la Bolsa X son castigados los falseadores siendo corroídos por terribles enfermedades que deforman el cuerpo como repugnantes casos de lepra, costras y heridas que supuran por toda la anatomía de los condenados a la vez que desprenden un olor nauseabundo, que solo podría olerse en el Infierno y nunca en la tierra y que impera en todo el lugar. De entre todos los condenados, una vez más como en el resto de la obra, Dante logra vislumbrar a uno en particular que luego se identificaría como un tal Griffolino d’Arezzo que había servido a Álbero de Siena, un noble de la ciudad, este había condenado, al que ahora penaba en el infierno, a la hoguera por haber cometido supuestamente un fraude al tomarse en serio un comentario en broma realizado por el aretini quien había afirmado que sabía cómo volar, Álbero, al escuchar, solicitó que le enseñara y como este no pudo lo condenó a morir. Sin embargo, Griffolino luego afirma que no fue por ese pecado sino por otro por el cual estaba pagando condena en aquel espantoso círculo infernal. Su verdadero pecado era ser un practicante de la alquimia.
            Es en este punto de la historia cuando empieza a hacerse patente una de las características de la figura introducida por Auerbach, esta sería la dramática historicidad. En el Medioevo, ciencias o artes como la alquimia estaban completamente prohibidas por la Santa Iglesia Católica al considerarse prácticas heréticas que se correspondían con la brujería y el pactar con Satanás. Ahora bien, ¿cómo correspondería ese pecado con este Circulo del Infierno? Para responder solo habría que remitir a lo que era la eterna búsqueda de la alquimia de aquel entonces: tratar de convertir elementos menos nobles o corrientes en oro. Si entendemos esto podemos entender fácilmente que este aretini está siendo castigado por intentar deformar y falsear la obra legítima de Dios mediante procesos contra natura, y además se incluye el pecado de falsificar elementos ordinarios y de poco valor para hacerlos parecer el más precioso de los metales. Luego tenemos que este famoso alquimista, dotado con prestidigitación e ilusionismo, hace alarde en el momento y lugar equivocado a quien no debía de cuales era sus capacidades a través de las artes que supuestamente dominaba, esto conduce a su ruina y describe como se condenó a si mismo haciendo una clara referencia al mito griego de Dédalo, cosa que es característica de Dante en su Comedia y también se corresponde con la idea de figura presentada por Auerbach al ser un lenguaje netamente figurativo y alegórico que se encarga de instruir de manera práctica, a través de elementos como el símil, cuáles serían los castigos y las recompensas de las almas dependiendo de la gravedad de su vicio o lo excelso de su virtud al verse enfrentadas al Juicio de Dios. Este alquimista, que comete el error de abrir la boca cuando debía estar callado, se enfrenta a ser ejecutado a través de uno de los métodos más infames de la historia como lo era la hoguera, el dominio del arte que ha llevado toda su vida marca su destino desde un principio y hace que el mismo condene su alma inmortal a un lugar de aberración en donde pagan sus pecados los falsificadores y los herejes que con sus obras ofendieron al Señor. Así como ellos deformaron la verdad y el orden natural de las cosas así pagarían sus culpas en las entrañas del Inframundo siendo devorados y consumidos por repugnantes y dolorosas enfermedades que deforman su cuerpo y les hacen sufrir por toda la eternidad.

            Esta marca de sus pecados los acompaña ahora para siempre, y son percibidos por Dante quien se encarga de registrar todos estos hechos para que se pueda tener conciencia de que fue de aquellas almas que practicaban estas artes demoníacas que se envilecían aun más por la mentira en la que estaban fundamentadas. Será una lección de ahora en adelante para las generaciones futuras que de otra forma no podrían haber tenido la advertencia de no haber sido por la pluma afilada de Dante al dejar evidencia a aquellos que en vida fueron viles.